Un fotógrafo no solo tiene que plasmar fotografías bonitas con paisajes maravillosos. Un fotógrafo, en este caso de bodas, es aquél que relata lo que está pasando en ese momento, no únicamente lo que viven los novios, también lo que viven sus invitados.

Las bodas no son cuentos de hadas, son vidas reales en la que la perfección no existe. Muchas parejas quieren que su día sea perfecto para todos: un lugar bonito, una buena comida, una puesta en escena impecable, un paisaje increíble…
Pero para mí lo más importante son las personas, la manera de emocionarse, soltarse cuando hay que hacerlo… sin tapujos, sin pensar qué dirá la gente.

En instagram la mayoría de las fotos son paisajes espectaculares, novias deslumbrantes en lugares tremendos… quizás esto explica el vestido que lleva la novia o el lugar donde se han casado, pero realmente no te cuenta quién son, con quién estaban, lo auténticas que son, como se sentían en ese momento. Por eso he decidido hacer este post con la realidad de una boda. El alma que las hace diferentes no es ni el lugar ni la comida, ni los grandes lujos, solo es la autenticidad de las personas.

Para mí esto es una boda, y cómo explicarla es parte del fotógrafo.